lunes, 7 de febrero de 2011
El dolor de Ana
Ir al capitulo 1, El reloj de pared.
Después de tres años, Ana se había resignado a vivir con el dolor y la angustia de desconocer donde estaba su hijo. Se había acostumbrado a vivir con ese dolor pero mantenía la ilusión de que un día la puerta de casa se abriera y tras ella estuviera su hijo. Todas las noches antes de acostarse le pedía a Dios que cuidara de su hijo, que le diera una señal de que su hijo estaba vivo. Ana nunca fue muy religiosa pero se aferraba a Dios como la única manera de que su hijo volviera, vendería su alma al diablo con tal de que volviera su hijo.
Conseguía conciliar el sueño a base de somníferos y pastillas diversas y al despertar al día siguiente se daba cuenta de que seguía viviendo en una pesadilla. Los días se hacían eternos pero tenia que hacer su "vida" porque ella sabia que estaba muerta en vida, solo resucitaría cuando su hijo volviera.
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