No nos damos cuenta de lo frágil que es la vida. Dada mi afición por la bicicleta, este último mes ha sido verdaderamente trágico para el mundo ciclista. Dos de sus componentes han fallecido, Wouter Weylandt y Xavi Tondo, realizando lo que más le gustaba. El primero en plena competición y el segundo en plena concentración. Eso sin tener en cuenta que Iván Basso sufrió una fuerte caída que por suerte (y el casco) terminó con un final no dramático.
Y eso sin contar, los innumerables aficionados que han caído en la carretera.
Este deporte es uno en los que se realiza un esfuerzo físico y mental de una envergadura titánica y por ello reciben mi admiración. Sin embargo, la larga sombra del dopaje lo enmaraña todo, no por el hecho de doparse uno va a dejar de sufrir ni le garantiza la coronación con laureles.
Sin embargo, en esta época son tratados de delincuentes por la sociedad cuando lo que son trabajadores, porque al trabajador convencional no es criticado cuando necesita de café para trabajar. Cada vez que se suben a la bicicleta les persigue la sombre de la muerte en cada pedalada, en cada cruce, demasiados riesgos para realizarlo todos los días.
Pero algo tiene este deporte que merece la pena ser practicado.
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