martes, 28 de julio de 2009

Hierba mojada


Ha dejado de llover hace unos minutos, el cielo sigue gris amenazando que en cualquier instante descargara otra vez su transparente líquido. Aun así, me asomo a la terraza, cierro los ojos y me dispongo a sentir. Noto el olor de hierba mojada mezclado con un aire puro que antes ni existía y escucho... no escucho nada salvo el silencio. La lluvia acaba de limpiar la atmosfera de su aura negativa y ha dejado como resultado un aire puro y el silencio. El silencio solo es turbado por mis propios pensamientos, así que dejo la mente en blanco y continuo que mi cuerpo se inunde de renovadas sensaciones.
Por acto reflejo, me descalzo y me dirijo hacia el césped mojado, una fina brisa hace llevar algunas gotas de agua provenientes de los arboles viajen hacia mi cara, esta fría pero se agradece. Llego hasta el borde del césped y respiro profundamente. Una sensación única inunda mis pulmones, así debe ser el olor de la clorofila. Levanto un pie y lo dejo sobre la hierba, esta fría incluso helada pero mi pie no se mueve, como si recordara esta sensación es agradable para él. Un instante después tengo los dos pies sobre la hierba y prácticamente unos momentos después mi cuerpo esta tumbado totalmente sobre ella. Disfruto este momento como si fuera ese pequeño placer que se produce con el primer helado del verano. Son momentos que tardan en volver y por ello hay que disfrutarlos con mayor intensidad hasta que tanta intensidad me sume en un profundo sueño.
Una fina lluvia vuelve a caer del cielo despertándome bruscamente, disfruto con las primeras gotas pero el agua comienza a ser abundante y rápidamente me retiro al sito de donde partí con el regalo de haber disfrutado de sensaciones ya casi olvidadas.

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