He sido un acérrimo seguidor de la frase La felicidad completa no existe. Puede sonar a fatalista pero no por ello deja de ser menos real. Sin embargo, ahora he cambiado levemente dicha afirmación que al final de todo la mencionaré.
La felicidad completa es similar a la construcción del castillo perfecto a nuestros ojos y que sea admirado por los demás. Aunque no seamos conscientes todo comienza cuando somos muy pequeños que es cuando ponemos los cimientos. Es importante tener una buena superficie donde construir y ahí debemos dejar que nos aconsejen personas que hayan construido un sólido castillo. En estos cimientos están la familia, los amigos y nuestro carácter.
Cada decisión que se va tomando a lo largo de nuestra vida es una pieza más colocada en el castillo. Una mala decisión significa un ladrillo mal colocado, en la mayoría de las ocasiones en un simple grieta que se puede reparar fácilmente pero en otras es causa de derrumbamiento.
Nos lleva mucho tiempo, casi toda la vida, construir nuestro castillo ideal porque nunca lo vemos perfecto pero siempre hay que cuidar todo lo que ya se ha construido. El descuidarlo también es una causa de que se convierta en cenizas. Además suponemos desde un principio que el material que usamos es fuerte e irrompible, craso error, es muy frágil. Un simple soplo de viento puede derribarlo porque los factores externos, aquellos que no podemos controlar, también influyen en el éxito de la construcción.
Por todo lo mencionado anteriormente, mi frase es que La felicidad completa es como un castillo de naipes, lleva mucho esfuerzo el construirlo, hay que cuidar cada detalle y cualquier asunto externo puede hacer que se caiga.
3 comentarios:
Ufff...No puedo estar más de acuerdo contigo. Nos esmeramos en construir una felicidad que es tan frágil...Pero hay que seguir luchando, y si el castillo se cae, pues se empieza de nuevo...
Muchos besitos.
Lo peor de todo es que con un simple soplido, pueden romperte todo el castillo...
Sopló
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