jueves, 10 de septiembre de 2009

El acantilado


Marcos llevaba más de un mes en la ciudad intentando cerrar unos acuerdos que serían muy provechosos para la compañía telefónica en la que trabajaba. Tenía tanta afición, o adicción, al trabajo que era uno de los pilares fundamentales dentro de su compañía. Había conseguido el éxito que tanto deseaba desde hacia tiempo sin embargo había perdido ya la motivación. Había sacrificado todo por conseguir un sueño que ya no le aportaba nada. Se sentía incomodo con la situación pero no le veía una salida sencilla.
En uno de los paseos que realizaba diariamente al atardecer, descubrió ese rincón de paz que toda ciudad posee. Era un acantilado situado al final de un parque donde se puede divisar la inmensidad del mar y se puede observar la puesta de sol en toda su intensidad. El acceso no era nada sencillo pero merecía la pena las vistas. Esos momentos, los únicos tranquilos del día, eran para sí mismo.
Marcos esperaba sentado pacientemente a que el sol desapareciera en el horizonte, cuando una frase, un pensamiento se instalo en su cabeza:
-Que fácil seria acabar con todos mis problemas si me dejara caer. Estoy solo, toda mi vida ha girado entorno a conseguir este trabajo que ahora me tiene atrapado.

Inmediatamente, visualizo su caída y como su cuerpo finalmente chocaba sobre las rocas que el mar golpeaba. Observo, mas tarde como una lancha motora se acercaba a las rocas y recogía su cuerpo ya convertido en cadáver.
-Y así se acabaría con mi sufrimiento. Fácil y eficaz.
Era muy sencillo terminar con todos sus males pero había algo que se lo impedía. Volvió a ver su cuerpo sobre las rocas y observo a sus padres, en lo alto del acantilado, llorando desconsoladamente y entonces lo comprendió.
-No puedo saltar porque no puedo hacer sufrir a la gente que quiero.
Entonces las lágrimas se le agolparon en los ojos hasta que empezaron a deslizarse por su cara y terminaron cayendo al fondo del acantilado. Sentía el sufrimiento de sus padres, un sufrimiento enorme en sus propias carnes. Entonces se levanto rápidamente, limpió sus lágrimas de los ojos y se alejo corriendo de su rincón, donde un pequeño movimiento separa la vida de la muerte. Cuando llegó al parque vio que su teléfono móvil había recuperado la cobertura y marco un número.


Continuara?

4 comentarios:

Ana dijo...

Me ha gustado...He llegado a sentir en mi las sensaciones que se iban agolpando en su cabeza...

Muchos besitos.

Romano dijo...

Viniendo de ti es todo un halago.
Gracias.

Nago dijo...

JOe Roman, qué chulo!!! me ha gustado mucho!! espero que continúe... quiero saber el final de la historia ;-)

Romano dijo...

Nago, en principio va a continuar pero no se hasta donde jaja.